Como si de un precioso collar de perlas se tratase, fueron despertando en su recuerdo cada una de las imágenes que ahora parecían cobrar vida.
Se paró largo tiempo a contemplar la primera... Era tan joven... Adolescente y tocaba su guitarra con una pasión, que ya no recordaba ni sentir.
La siguiente, muy pequeñita... Un bebé. Jugando con sus padres sobre la hierba... Esos mismos a los q hacía tanto que ni veía, ni llamaba.
Del siguiente óleo caían al suelo pedacitos de papel, de los mil trozos en que rompió aquella carta que escribió y nunca envió a ese gran amor que todavía recordaba...
Se estremeció, miró hacia arriba buscando instintivamente un techo que no encontró...Y sin embargo ahí estaba, ...ese cielo infinito y repleto de estrellas.
Sentía el despertar de los sueños olvidados, pero no rotos... Más aún, la resurrección de su pasión, de su alegría, de sus ganas de curiosear y sobre todo, de entregarse a la Vida.
Y así, en esa consciencia, ...despertó nuevamente a la Vida sobre su cama.
Fin.
Nota de la autora: Gracias a ese corazón con patas (Agurtzane), cuyas làgrimas han inspirado este cierre.